¡Ni miope ni sordo!
Alguna vez escuché acerca de un ciudadano que insistía en continuar visitando a sus médicos para seguir siendo atendido, ya que según él tenía una seria enfermedad, pero los doctores le aseguraban que él de nada sufría. El hecho es que el hombre hacía hincapié y decía al otorrinolaringólogo que lo que oía de la gente era diferente de lo que veía, y al oftalmólogo le decía que lo que veía era diferente de lo que oía. Felizmente el hombre estaba sano, oía y veía muy bien, pero era afectado por las incoherencias de las personas en su comunidad. Vivimos en un mundo donde las apariencias se tornaran más importantes que la realidad. El marketing nos vende una ilusión inalcanzable, pero todos la seguimos como si nuestra vida dependiera de ella. Basta con que una celebridad se vista diferente o haga alguna tontería para que al día siguiente la imitemos y todos nos parezcamos y luzcamos como tontos. Tanto es así, que buscamos compulsivamente lucir su ropa y su manera de vivir, como sí e